En puertas.

Ya lo había anunciado  El Corte Inglés, pero como últimamente no veo la tele no me había dado cuenta. En estos días me comentaron algo en la estación, las niñas se han puesto más guapas. Los puestos de caracoles repartidos por la ciudad van dando muestra de ello. Aún no están buenos, algo duros, me han dicho, pero da igual, hay que probarlos con una cervecita en una silla de plástico y con el sol dándote en la espalda, calentándote la nuca.  También la garganta me lo ha recordado, esa picasina que dice que alterno el frío y el calor con mucha facilidad ha empezado a molestarme desde hace unos días. Pero ha sido esta mañana cuando me he dado cuenta completamente. He puesto el café y abriendo la ventana he visto las jardineras. La hierbabuena ha crecido por todos los rincones. Y nada de una hierbabuena en plan anoréxico como tenía el año pasado. Esta tiene un talla como mi meñique, vale, tengo un dedo pequeño. Pero eso… muy grande el tallo. Con unas hojas que parecen de parra, por lo menos, y lo mejor es que han crecido lo suficiente como para verlas desde la cama, levantando un poco la cabeza, claro. Bueno pues si con la hierbabuena lo he flipado, cuando me he ido a la otra habitación, a la habitación de los locos, madre mía que repaso está pidiendo este sitio, al abrir la otra ventana y ver que del único geranio que me quedaba sano está saliendo una microflorecilla, casi se me saltan las lágrimas. Si vale, ya me ha dicho que últimamente tengo una vena maricona muy acentuada, que le voy a hacer si me sale el lado sensible sin darme cuenta y se desparra ma por ahí. Ahora mismo despunta muy poco, es algo así como un minicapullo del que se le ven unos tonos rojos que están pidiendo paso para alegrarme las mañanas.

Total… que va a ser verdad eso de que la primavera está en puertas.