El despertador comenzó a sonar a las seis en punto. María no había pegado ojo en toda la noche. Se levantó despacio y se molestó al ver como su marido se giraba en la cama. Mientras el café sube ella se ducha, desayuna sola, como todos los días, ni siquiera pone la radio. No quiere despertar ni a su marido, ni a su hijo.
En la calle hace frió. Pedro la está esperando y la saluda cuando entra en el coche. El camino al trabajo es monótono. María no habla y él no quiere preguntar. La emisora intercala canciones entre cuñas de publicidad.
En el trabajo ella sigue ausente, el primer cliente es quien se encuentra con toda su rabia. Sale al patio mientras busca un cigarro que llevarse a la boca. Pedro la sigue y abrazándola por la cintura le susurra al oído algo parecido a ¿cómo estás?
– Embarazada –le responde.
El abre sus brazos dejando un espacio libre en sus caderas, como si un pinchonazo acabara de herirle, mientras retiene un suspiro.